Hola Isabel, creo que me iniciaré pronto en el camino de la esperanza. Pero aún así, mis ojos no pueden cerrarse nunca a los sufren las vejaciones. Ética y estética deben caminar juntas. La verdad es muchas veces obscena y desgarra los sentidos. La palabra debe entonces mancharse, tomar el cuerpo sufriente para consolarlo, para nombrar su aurora, sin que importe mancharse camisa, manos y zapatos. Entre liras y cantos celestiales, encuentro el botiquín desangelado.
Es obsceno el sufrimiento, como dice Isabel. Pero sobre todo es incomprensible, o debería serlo. Un alma educada y sensible no puede permitir eso, ni disfrutarlo.
Te entiendo, Camino. A mí me pasa igual, que me enfango y sufro. Lo que me ocurre con Gaia es que deseo preservarla, como si fuera mi hija, de todo lo feo, ampararla y custodiarla. Bien sé que la vida se le impondrá también, que no podré salvarla del dolor, pero la quiero, ¿me entiendes, verdad? Como a nuestros pequeños, sólo me apetecería regalarle un mundo limpio. Ilusiones vanas. Un beso.
Como bien dices Ramón, es incomprensible. La muerte debe aceptarse. Pero no el dolor gratuito. Festejarlo en carne ajena, es perder la propia dignidad. Un abrazo
Así es, que el sufrimiento es obsceno, y el que muestras en la fotografía una auténtica salvajada.
ResponderEliminarGaia vuelve tu rostro y enfoca tus ojos hacia la belleza. Que no se detengan nunca en la barbarie.
Te haremos hermosa, amiga.
Hola Isabel, creo que me iniciaré pronto en el camino de la esperanza. Pero aún así, mis ojos no pueden cerrarse nunca a los sufren las vejaciones. Ética y estética deben caminar juntas. La verdad es muchas veces obscena y desgarra los sentidos. La palabra debe entonces mancharse, tomar el cuerpo sufriente para consolarlo, para nombrar su aurora, sin que importe mancharse camisa, manos y zapatos. Entre liras y cantos celestiales, encuentro el botiquín desangelado.
ResponderEliminarEs obsceno el sufrimiento, como dice Isabel. Pero sobre todo es incomprensible, o debería serlo. Un alma educada y sensible no puede permitir eso, ni disfrutarlo.
ResponderEliminarEl problema, una vez más, es el ser humano...
Te entiendo, Camino. A mí me pasa igual, que me enfango y sufro.
ResponderEliminarLo que me ocurre con Gaia es que deseo preservarla, como si fuera mi hija, de todo lo feo, ampararla y custodiarla. Bien sé que la vida se le impondrá también, que no podré salvarla del dolor, pero la quiero, ¿me entiendes, verdad?
Como a nuestros pequeños, sólo me apetecería regalarle un mundo limpio. Ilusiones vanas.
Un beso.
La imagen es terrible y la reflexión es totalmente acertada.
ResponderEliminarBesos
Como bien dices Ramón, es incomprensible. La muerte debe aceptarse. Pero no el dolor gratuito. Festejarlo en carne ajena, es perder la propia dignidad.
ResponderEliminarUn abrazo
Isabel, Gaia es mas fuerte de lo que pensamos, su fragilidad es solamente apariencia.
ResponderEliminarUn abrazo
Ginebra, estás en tu casa. Ver este espectáculo y no hacer nada nos sabe a complicidad.
ResponderEliminarUn abrazo
¿Es cultura el sufrimiento, hermanos? Porque así nos lo ofrecen el pueblo llano y las autoridades para justificar el crimen.
ResponderEliminarFackel, aciertas de pleno. Después de educarnos y culturizarnos en estas maneras ¿para qué tipo de convivencia estamos preparados?
ResponderEliminarCrueldad... sin más.
ResponderEliminarVergüenza para nuestro país.
Emilio, conviene llamar a las cosas por su nombre y tú lo haces.
ResponderEliminarUn saludo