Este blog nació llenar un silencio, el silencio que quedó tras la violación y el asesinato de Ana Lirola. Ese silencio colectivo y cómplice donde cualquier voz se siente huérfana. Han sido, sobre todo, poemas. Lirismo entregado al cerdo de la complicidad indolente.
Pero este artículo no se andará con metáforas. Con racionalismo sin concesiones intentará llamar a las cosas por su nombre.
Según lo define la Real Academia de la Lengua Española, feminismo es:
1. m. Principio de igualdad de derechos de la mujer y el hombre.
2. m. Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo.
La historia del feminismo es larga, pero desde la Declaración Universal de los Derechos Humanos la reivindicación de la igualdad de derechos sin distinción de sexos está recogida en su artículo 2. Sin embargo, de las palabras a los hechos hay un largo camino hacia su realización plena y universal.
Tal y como recoge la Wikipedia, la falacia del hombre de paja o del espantapájaros es un razonamiento engañoso que consiste en caricaturizar los argumentos o la posición del oponente, tergiversando, exagerando o cambiando el significado de sus palabras para facilitar un ataque lingüístico o dialéctico. El nombre viene de los hombres de paja que se usan para entrenar en el combate y que son fáciles de abatir. Del mismo modo, el argumentador no refuta los argumentos contrarios, sino una imitación falsa y vulnerable de los mismos (el «hombre de paja») a fin de dar la ilusión de vencerlos con facilidad.
Atacar al feminismo es hacerlo contra uno de los principales Derechos Humanos y que afecta a la mitad de la población mundial, pero se enmascara introduciendo confusión en las definiciones y convirtiendo el necesario debate sobre la concreción del principio de no discriminación, en una guerra de sexos y de creencias.
No movemos en un contexto de colapso social en el que los chivos expiatorios son siempre las personas mas vulnerables. Esto no solo es injusto, sino también suicida, pues desvía nuestra atención de las causas mas profundas y sistémicas, como el declive de recursos, cambio climático y su consecuente impacto sobre la economía global y el deterioro de la vida.
Podemos concluir por tanto, que el feminismo es una cuestión de principios, de derechos humanos. Existen por tanto mujeres y hombres feministas como también hombres y mujeres machistas. Existen religiones, ideologías y tradiciones que rechazan o no suscriben la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que exigen respeto para su ideología o credo pero niegan ese derecho a las demás.