Antes he de respirar
esa levedad, ese incienso de fisuras,
por donde entran
aguas oxidadas
por la intemperie del tiempo.
Y otros torrentes viscerales
a pasear el líquido
arpegio de las sombras.
Acantilado de ti
¿por qué llego tarde?
No puedo retirar el peso.
He llegado
con el tiempo desbordando
el timón soldado a la galerna.
Las gaviotas que me cruzan
no tienen rosa de los vientos.
Acantilado de ti.
Derviche derogado.
Mi timón soldado a la galerna.
Leer lo que tú escribes es asomarse al mar, navegar libre y ligero de equipaje, sólo lo imprescindible, sin necesitar incluso rosa de los vientos como las gaviotas que te sobrevuelan.
ResponderEliminarEs fantástico. Escucho a Marley mientras te leo y la combinación, ahora mismo, es perfecta.
Besos
Lleno de pasión este velero con su fondo marino que llega y se respira.
ResponderEliminarUn abrazo muy fuerte.