
Se van de mí
los días que me quedan,
sutiles se despiden
no sin antes dejarme
sueños y mas sueños.
Veo alejarse mis días
arrastrados por el aire
persistente y voraz
pero sabio en dispersiones.
Serán semillas
que en otro tiempo
en otra tierra
darán respaldo
a nuevas raíces y nuevos tallos.
Cuando mi último día
abandone su asidero
podrán volver los sueños
a la tierra, para ser
el alimento de esas velas
que volaron no sé dónde.
Cuando mi último día
abandone su asidero,
volveré a ser la nada
que permite serlo todo.
El vacío, la nada, un folio en blanco dispuesto a renacer con palabras nuevas, con veleros que surquen todos los mares.
ResponderEliminarEn ocasiones, viene muy bien el barbecho para que los campos vuelvan a fructificar con energía.
Y los sueños nunca mueren.
Un beso agradecido.
qué belleza
ResponderEliminarlo que me dan ganas de pegarle un soplido a la foto