
En Gaza las bombas van a la escuela
van al hospital, van al mercado:
made in Europa, made in EEUU.
Son mecánica ciega
ciencia del crimen
versículo de genocida.
Las bombas juegan a matar
en la trampa del reparto de comida
hacen añicos nuestra dignidad
acribillada en la indolencia.
Quisiéramos estar en otro tiempo
en una época de paz
y escapar de la onda expansiva,
pero el engranaje
del negocio de las armas
nos devora y no permite
quedar al margen.
Destruirán también nuestros hospitales
y nuestras escuelas
asediados por deudas inventadas
por recortes infanticidas
condenados a financiar
al complejo militar industrial
en guerras de conveniencia
con la sangre de nuestros hijos
que ahora arden en otras infancias.
Qué miseria de odio miserable
que persigue al indefenso
que ofrece pleitesía y sorbe con fruición
la cloaca del banquero
qué miseria de odio impotente
que lame la bota de su espuela.
Como los niños en Gaza
no podemos elegir estar en otro lado
pero al menos nosotros
podemos elegir
de qué lado estamos.
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