
Los guías del musgo lo saben,
los tambores pueden invocar la madera
y sorprendernos con raíces que aman
el agua de un verso o el cadáver
de un poeta disuelto en su asombro.
Los senderos pertenecen al bosque
y los caminos que se adentran en él
pueden ser fotografías o cantos.
Si aman al bosque han de ser venerados.
Fuimos engañados en tiempos remotos:
nadie fue expulsado del paraíso,
es la infamia que cuentan
aquellos que dejaron de amarlo.
Son tantos los caminos, los senderos y brechas y desde aquel lugar lejano conquistado, remo en el velero del bosque...
ResponderEliminarGracias por tus visita, un abrazo, Monique.
...serán entonces las leves brisas
ResponderEliminarlas que muevan su madera
para liberar lo conquistado
aún en el mas remoto confín.
Gracias por traer el destino.
Y es en el bosque, en los LLanos y en general donde hay árboles y pájaros, flores, agua y caballos, donde yo prefiero estar.
ResponderEliminarAllí voy cada semana y despido al sol o le doy los buenos días, según el momento que elija.
Sin la naturaleza estaremos irremediablemente perdidos y "sin paraíso posible".
Besos
Intenso poema e intensa verdad.
ResponderEliminarUn saludo
A veces nos derrota la idea de pensar que el paraíso siempre está en otra parte.
ResponderEliminarY ahí dejamos de sostenerlo.